miércoles, 15 de octubre de 2008

¡Pobre!

No existe palabra mas provocativa, que determine tanto dolor; sin lugar a dudas, la que mas nos cuesta pronunciar con alegría. Se puede disfrazar su significado, también hay quienes insisten es solo culpa de quien no intenta superarse; otros mas despectivos, generalizan que es imposible salvar tanta decadencia cultural, que no justifica esfuerzo alguno.
Es el nuevo orden feudal, retroceso humano; prejuzgar a otros, con el famoso “y que vamos ha esperar de esa gente”; pretendiendo enaltecer su figura, menospreciando al indigente.
Días atrás, los índices mundiales acusaban la horrorosa cifra: con el salvataje económico que pretenden, se lograría calmar el hambre de casi un continente. Pero son solo datos anecdóticos, a nadie del Primer Mundo, se lo ocurriría apaciguar el hambre de miles de niños con su muerte asegurada, dejando caer al mundo bancario.
La pobreza existe, es mayoría, ancestral e irremediable; también es fácil mirar al costado, pero nunca alivianará culpas. Las nuevas tendencias sociales, individualistas, promocionan la superación a base de logros épicos, con un miserable trasfondo económico; el premio no es la gloria, es una mejor vida!, no importan las reglas, nada de éticas o patriotismo; ¡que se salve quien pueda!; pero son en realidad, los únicos generadores de las nuevas pobrezas.
Según Ian Anderson, en su obra Aqualung: Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; el hombre para no ser menos, creo al pordiosero”.