jueves, 4 de octubre de 2007

Tengo testigos!.

Comenzamos el sábado con grandes expectativas, rogando por un día soleado; nada parecido nos esperaba, retiramos el Sonajero del estacionamiento y partimos rumbo a casa de Fernando con mi nuevo astrolabio impreso apto para días nublados, no así para navegantes de escasa visión. Es casi imposible conducir por las callecitas de Buenos Aires, esquivando grandes baches, filosos cordones, conductores de carros romanos, aviones supersónicos de cuatro ruedas, tanques de guerra camuflados en taxis, objetos no identificados conducidos por vaya saber uno que especie mutante, recordar la cantidad de veces que cambia de nombre una misma avenida o aquellas que siguen con el mismo nombre a pesar de girar en 90 grados, cambio en la numeración, indicadores faltantes y la reiterada pregunta –papi, ¿falta mucho?. Mucho ayudaría contar con un verdadero copiloto, con la visión adecuada para letra muy pequeña y conocimientos básicos en lectura de mapas; no basta un par de hermosas manitas sosteniéndolo y que a cada pregunta orientadora responda un: –mirá vos, yo no veo nada!.
A pesar de todo, aún con el sobre salto de un indicador rojo que desconocíamos, llegamos a destino!; disfrutamos charlas y bondades gastronómicas de Palmira, nos regaló azafrán español y otros condimentos, recibiendo a cambio la promesa de regreso (pues quien ofrenda delicias alimenticias a mi Gallega, gana su corazón, estómago, adoración y hasta su alma oscura).
Saliendo hacia el Acceso Norte, otra bajada colectora nos toma por sorpresa, aun contando con la sapiencia de Fernando, nos costó 10 kms y media hora retomar nuestra ruta y/o destino. Ya en el Mercado de Frutos (ruta obligada estos últimos tiempos) comenzamos la rutina de revisar minuciosamente cada uno de los puestos de artesanías, memorizando precio por precio, contando o reprobando la inestabilidad adquisitiva, para detenernos en el puesto de figuras en yeso; como siempre, cada uno de nuestros amigos, piensa que indefectiblemente exagero en cada una de mis crónicas, que con el fin de darle tinte novelesco, pretendo somatizar mis reproches, ridiculizar sus requerimientos; nada más real que mis apuntes!, para pesar de Fernando, quien tuvo que cargar una pesada figura de arcilla por casi medio kilómetro, sufrir el acoso esclavista de mi querida esposa, alentado por un simple –si está aquí nomás el auto!; “tengo testigos!”. Lo lamento por mi gran amigo, al cual le debo mis disculpas, el no merece trato tan abusador a cambio de su sana amistad, pero la necesidad es hereje!.
Ya en regreso a Capital, intentamos visitar a Yani y Sebastián pero por desencuentros en horarios, tan solo fue un mini paseo por el Gran Buenos Aires.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

oyeee que linda historia... sobre todo muy familiar... te felicito... seguire la secuencia si me permites...
la disfrute tanto que me transportaste al lugar descrito...aunque no conozco tu pais me parece muy tipico el recorrido... felicidades!!!
te encontre en el netlog.. mi nickname es lukari por si me visitas un dia de estos...
un saludo cordial...
lukari...

mabel casas dijo...

h achaval

así que anduvo cerca de mis pagos?
avise que los espero con mate la próxima...a su gallega y a uste;así juntas hablamos de las malditas guías y planos de letra chiquita jaja

buen relato porque tiene el tinte lo real y a la vez la chispa literaria para contarlo
abrazos tardíos,ando rezagada en comentarios ,pero aún en pié

Anónimo dijo...

Dn. Paco, no siga con esto de los copilotos!!!!! si uds (digo uté) es tan bueno (son) entonces haga usted (es) de copiloto(s)!!! que nosotras manejamos!!!!!!!!!!!!!! (claro pero es que eso tampoco les gusta... a los señores... y como copilotos son un asco, gritan cosas como: "era alliiiiiiiii, te dije derecha NO izquierdaaaaaaaaaaa... etc)
Me dejó para valium este texto...