sábado, 3 de agosto de 2019

Rápido y furioso. 22/07/2019.

Ultimamente, mis noches de invierno son complicadas, todo parece conspirar en contra de mi salud; no podemos abusar de los calefactores a gas, debido al sinceramiento tarifario de nuestro actual gobierno; como ayer estuvo nublado todo el día, tenemos temperatura normal de iglú en toda la casa; pero ya resignado al “de algo hay que morir”, el calefactor de nuestra habitación lo tengo regulado a la desorbitante temperatura de 19 grados centígrados!; una locura para una familia tipo clase media y asalariada; sumando que el mismo frio invernal, nos produce las inevitables ganas de orinar, además de no aceptar el uso de la escupidera nocturna o papagallo en la habitación, si o si debemos viajar por la cámara frigorífica hacia el baño, lo más rápido y furioso posible.
En resumen, al pasar por la cámara de descompensación que por defecto se instaló entre nuestra habitación y el baño, uno se expone al choque por amplitud térmica de 15 grados mas o menos!; aunque ya tengo el acto de arrojo muy bien aceitado, este lunes por la madrugada me cambiaron algunas variables y no resultó como siempre. Ya salté de la cama bastante rápido, mucho más de lo normal para mi edad; el alerta de mis esfínteres fue muy alto, tipo: ahora o no llegas ni a la puerta!; pasé sin cerrar, sin encender las luces, vi la tapa del inodoro levantada, bajé apenas la cintura del pijama y liberé el abrupto caudal de orina con un suspiro casi orgásmico; fue bastante cantidad, en muy pocos segundos que debido al rebote en el agua del inodoro, producía el ruido característico de la lluvia copiosa; cuando ya había vaciado la vejiga, busco el papel higiénico para contener esa odiosa ultima gotita, que sabrá Dios por cual defecto de fábrica no posee pico anti goteo y ya no tengo la voluntad de sacudirla como cuando era más joven; estiro mi mano derecha, ejecuto la maniobra de pinzas con el dedo pulgar e índice, pero no siento el rollo de papel!; trato de agudizar la vista al portarrollo, vuelvo a repetir la operación y nada!; es en ese justo momento donde recapacito y me pregunto: estoy soñando?; no estoy en la misma dimensión del papel?; peor aún: no estoy en el baño y orine el calefactor?; no hay papel!, es solo una visión impulsada por mi subconsciente pulcro y aseado?.
En pocos segundos, mi ancestral paranoia, como siempre lo hace, olvida las preguntas y sigue con las supuestas conspiraciones!; estoy sufriendo desprendimiento de retina!; me desmayo ahora en este preciso instante!; se suma mi otro yo, ese que es más realista que yo, para alertar y recordarme que soy un paciente cardiaco, tornando todo más tétrico!; se está deteniendo mi corazón!; se produjo un aplastamiento de mi carótida y no me llega sangre al cerebro!; voy derecho a la muerte cerebral por colapso de mi sistema circulatorio culpa de las bajas temperaturas!; en el mismo momento sufro escalofríos por toda mi espalda subiendo a la nuca, noto que estoy transpirando y se me disparan todas las endorfinas posibles, hasta esas que te fruncen los esfínteres!.
Replanteo mi situación en pocos segundos, siento las piernas, me voy apoyando a los muebles y paredes tratando de volver a la habitación, y buscando de llegar a mi celular para avisar del caótico momento!. Me siento al borde de la cama, apoyo mi mano en la Gallega que dormía profundamente y en un rapto de cordura, vuelvo a replantear la situación:
Si llegué hasta aquí, tal mal no estoy!; debo haber sufrido un bajón de presión sanguínea, pero gracias al buen funcionamiento de mi sistema circulatorio ya me recuperé!; será la secuencia de síntomas que terminara en un infarto?; si despierto a mi Gallega para ponerla al tanto, entre lo que cuesta despertarla, escuchar los insultos que si o si son inevitables para que después llame a todo el mundo familiar a estas horas de la madrugada, por nada!; o por algo que pasó, no tengo pruebas y solo simula un simple ataque de pánico?.
También recuerdo, que debido a mis quejas de un dolor raro, terminé ya hace dos años con mi corazón paseando por el quirófano!; además, que sentido tiene avisar que me estoy muriendo?, como si la suerte o destino cambie algo si logro alertar o no, a todo mi entorno!; suspiro un par de veces, levanto las frazadas, percibo que bien al lado de ella la temperatura es mas alta, y no resisto el impulso de acomodarme en posición cucharita; bien cerquita, como si fuéramos piezas de un rompecabezas, tan bien pulidas por el tiempo, casi como piedras de una pirámide egipcia, que al no dejar espacio entre los cuerpos, es imposible no verlos como un todo!; y me alegra el alma!, me llena de paz tan solo saber que sigo vivo; respiro profundo y lento como para saborear todo su aroma de mujer normal, sin aditivos ni maquillajes; me duermo con la sola esperanza de despertar en el mismo lugar, prometiendo escribir este suceso fortuito en los próximos días, para que mis amigos rían conmigo, asumiendo el efecto colateral insalvable: cuando mi hermana Daniela lo lea, seguramente me llamará por teléfono para recagarme a pedos!.

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