viernes, 19 de octubre de 2018

Abierto al medio. 04/08/2017

Luego de mi siesta obligatoria, llega un grupo de cirujanos liderados por Santiago, y casi como en taller universitario de medicina, comienza a contar como fue mi cirugía, incluidos todos los pormenores de mi buena salud, pero preocupante estado arterial coronario!.
Llama a una enfermera para proceder a retirar los vendajes y curar las heridas; primero me quitan las vendas de mi pierna izquierda y veo la costura que comienza 10 centímetros debajo de mi ingle y continua casi hasta el tobillo!. También me indica como debo higienizar las cicatrices y que es mejor para mi recuperación, no vendar nuevamente mientras esté en reposo.
Luego sigue por el vendaje en mi pecho; y cuando bajo la mirada, como tratando visualizar de reojo al mancharte la camisa nueva con vino tinto, veo el tamaño de la costura vertical en mi pecho y mi dios!; es imposible describir mi congoja; para quien tuvo la suerte de no sufrir ninguna cirugía importante, debe ser difícil tener una dimensión exacta del sentimiento; para mí, fue estremecedor; nunca había tenido una herida mayor a lo que cubre un apósito protector, es como sensación de caída libre; obvio que se notó bastante, pues mi rostro expresaba el sentimiento: estoy abierto al medio!.
Es bastante arduo el trabajo de mi familia en estos días, no puedo hacer fuerza con mis brazos, no puedo bajarme para ir al baño, ni siquiera puedo rascarme donde me pica!, prácticamente un discapacitado; hasta se me complica la simple rutina escatológica, nunca imaginé que odiaría tanto a esos recipientes diseñados para torturar pacientes, como la chata y el papagayo.
En una de esas tantas idas y vueltas, al moverme un poco de acalambrado nomas, vuelco el papagayo!; trato de no mojarme demasiado, pero es imposible maniobrar en esta situación y cuando lo nota mi mujer:
_Paco!, otra ves te measte.
No se si insultarla o reirme, ya que si pudiera mover un solo brazo, le tiraría con el papagayo.
_No!, no ves que no puedo ni moverme; algo se me pega en las sábanas.
Siento la revolución en mis intestinos y ya no puedo asegurar si son solo gases o viene el pack completo. Por lo que pido:
_Sacame el papagayo y poneme la chata, dale!.
Ni bien me pone en posición de lanzamiento, suelto deliberadamente mi esfínter, liberando sabrá dios cuanta energía desperdiciada, resultando bastante sonoro por cierto; al instante veo abrir la puerta y entra una enfermera a medir mis signos vitales.
Seguramente mi rostro tomó un color purpura, ya que comenzó a sonreír y mi mujer como tratando de disculpar el desagradable olor en el ambiente, dijo:
_Ay, pobre!, a el le da vergüenza hacer sus necesidades en la habitación.
Pero seguramente muy acostumbrada a estas situaciones, ella muy sonriente me dice:
_Pero don Achaval, nada de vergüenza, si prácticamente, ya somos como familia!.
Claro, hacia unas horas nomas, había higienizado mis partes íntimas.
Le comento mi dificultad para moverme en la cama y aprovechando la aplicación de un spray de siliconas, para que no me pique la espalda; verifica que el parche lumbar, se había desplazado hacia abajo; también una punta se despegó de mi espalda, doblándose y quedando la parte adhesiva pegada a las sábanas!.
_Claro que no podía moverse; no se preocupe, ya informo para que se lo cambien!.
_Bueno, gracias, te lo agradezco.

No hay comentarios: