viernes, 12 de octubre de 2018

Higiene Intima. 04/08/2017

Otra vez me despierta muy temprano, la rutina de medicamentos; la enfermera de turno me saluda, pregunta por mi estado y ante la ausencia de mi cuidadora nocturna, comienzo la búsqueda visual de mi Belu.
Con resultado negativo, doy por sentado que debe estar en el baño o andará por los pasillos buscando algo comestible!; hasta que la enfermera pasa hacia el otro lado de la cama y con un gesto de sorpresa dice:
_Epa!, parece que su cuidadora esta descansando.
Si, ahí estaba Belu, desmayada en el piso de la habitación echa un capullo de seda. Se levanta rápidamente dando un salto atlético; típico de cuando te descubren borracho, tirado en el piso y querés ocultar el pecado!.
La imagen era muy cómica; su pelo corto despeinado, configuraba la imagen de un nido de loros en colores atípicos; su ropa toda desalineada, como si recién hubiese terminado un combate de judo; y sus ojeras!, peor que las mías, aun con 28 años menos.
Intenta acomodar con sus manos, en alta velocidad su desorden, y más gracia me causa, ya que para eso debería contar con una varita mágica o un hada madrina!. Y comenta la obviedad:
_Ay, me quedé dormida.
Nos reímos juntos, es buena terapia para estos momentos. Sigue el desayuno, me visitan algunos médicos; recién ahora estoy memorizando rostros y nombres, de enfermeras, mucamas y médicos; mi cardióloga asignada es otra medica llamada María Belén, que siguiendo la línea de nuestra hija, solo le gusta que la llamen Belén y/o Belu, pero nunca María!.
A media mañana, nos avisan que procederán a higienizarme, ya que van 3 días, que no bajo de la cama y la transpiración normal de mi cuerpo, se está transformando en un gel aceitoso, símil protector natural de animal salvaje. Me alegra bastante la noticia, estoy acostumbrado a una ducha diaria, cosa imposible por ahora, así que me intriga el procedimiento; se presenta una de las enfermeras, muy simpática ella y que siempre anda de buen humor, con un recipiente y esponja, una toalla, jabón líquido; veo que agrega agua tibia del baño, humedece la esponja y comienza a mojarme todo el cuerpo, siempre secándome al mismo momento como para que no se enfríe el viejo. Venia todo bien, hasta que llegó a la altura de mis genitales!; no puedo negarlo, soy bastante tímido, aun con 61 años; nunca me gustó andar exhibiendo mi desnudez y menos que alguien desconocido, asee mis partes íntimas!.
Fue una situación complicada para mí, obvio, supongo que ella debe estar acostumbrada a su trabajo; y se habría notado bastante mi incomodidad, porque con mucho tacto comenzó con comentarios graciosos, como para amenguar mi tensión, y casi sin darme cuenta, me lavó y secó la zona, en escasos 20 segundos!; ni en mis aseos más apurados y bajo presión, había logrado esa marca de tiempo.
Cuando se retiró la enfermera, se acerca mi mujer sonriendo, ya que había presenciado mi baño en seco y como me conoce la jodida, sabe que la pasé mal y sin abrir la boca emite un:
_ nju, nju.
Sin dejarla perpetrar otra burla, le comento:
_Vos nunca me lavaste con tanta delicadeza!.
Soltó una carcajada, porque el “vos nunca” es de su uso exclusivo, y siempre viene en tono de reproche.

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