jueves, 22 de marzo de 2007

La Regla de Tres Simple!.

Haciendo un balance en mi vida, por supuesto no el económico ya que tengo decidido no amargarme inútilmente, recordando los pocos aciertos, reiterados fracasos, siempre con él animo de superar mi actitud ante la cruda realidad, descubro un repetido coeficiente de error, en la aplicación de una histórica formula matemática: la famosa “regla de tres simple”. Aunque no tenga mucho que ver la matemática con la vida, siempre indague el salirme de lo pre establecido, aplicar nuevos procedimientos, inventiva que me llevo a golpearme varias veces y ganarme el apodo de “Mundo Insólito”, entre mis compañeros de escuela primaria. Uno de los primeros errores, fue mi Libreta de Ahorro Postal (los mas viejos lo recordaran, los que no, pregunten a sus abuelos), si en un mes logre ahorrar 2 pesos, al cabo de mi ciclo escolar llegaría a 120 pesos, toda una fortuna, con la que fácilmente tendría mi viaje de fin de curso; craso error!, retire el total cuando comenzó la inflación de esos años, que solo alcanzo para comprar un par de zapatos. Otra mala aplicación, fue calcular que si conocía varios niños de mi edad, tendría la misma cantidad de amigos, nunca fue tan matemático, menos resultado daba cuando los niños eran de otra “categoría” social, cosas de niños, verdad?. Siguiendo en mis recuerdos, las famosas competencias de ingerir alcohol, nunca seguían las reglas matemáticas; los desengaños amorosos, eran impredecibles por mas formulas que aplicara; los primeros trabajos, muy mal pagos, especulando, que si me perfeccionaba con esmero y sin quejas, lograría ser reconocido como muy buen empleado, recibiendo lo que merecía; siempre la formula de tres simple, no predecía resultados. Hace dos noches, en conversación con amigos doy cuenta de otra mala aplicación de la regla de tres, que hasta ayer me tenia a mal traer sin dar cuenta de mi error; todo comenzó con la revelación, de que la mejor forma de domesticar una mascota, es transferirle nuestra saliva, (Juancito®). En regla de tres simple: si logramos transferir “X” cantidad de saliva, logramos “N” atención de nuestra mascota, si multiplicamos la variable “X”, llegaremos a domesticar?; no!, no me dio resultado; hace años (27 para ser exactos), que vengo invirtiendo saliva en mi mascota preferida, que digo saliva, litros y litros de saliva; le he fabricado “pijamas” de saliva, no solo intente en su boca, también por todo su pelaje; alimento mascullado, besos interminables con toda la transferencia posible, le re contra bese desde su estirpe hasta su ego, sus historias, descendencias, crías, y nunca logre domesticar a esta “mujer” que cariñosamente apode “mi Gallega”. Por cuanto ya resignado, lamento decepcionar a mi maestra de escuela primaria, Doña Raquel S. de Yocco, pero sus enseñanzas matemáticas no me sirvieron de mucho, solo alcanzo para darme cuenta, que mi realidad humana siempre llevó un aplazo, o sea, un “0” en dicha materia!.

3 comentarios:

mabel casas dijo...

otro texto para el libro!!

realmente son buenos en este género de humor reflexión.
de la regla de tres simple a "vestir de saliva" a la mujer compañera...es tremendamente bello esto mezclado con un erótico sutil.
y además trasmite pa lante...satiriza pero es pureza en plvo para quién lee.gracias
abrazos
mabel

DudaDesnuda dijo...

Es que las mujeres no somos mascotas. Quizá sea tuyo el error o nuestro por insistir en ser personas.

Besos sin matemáticas.

Anónimo dijo...

le pasa por haber creído alguna vez en el empirismo...