jueves, 5 de abril de 2007

6 de abril

Un día más en el año, solo que este 2007, nuestro segundo hijo Juan Pablo Achaval Hernandez, ¡cumple sus veinticuatro años!; no es fácil explicar en palabras, cuanto lo idolatro; admiro tanto su existencia, que debería sentir un poco de vergüenza el expresarlo, es que lo normal, sugiere dicha admiración en línea inversa, o sea, del hijo a su procreador. Sucede que en nuestra relación, desde su nacimiento, nada fue normal: a los seis días de vida, le diagnosticaron, muy a tiempo por suerte, meningitis!; comenzó su lucha por existir, aun sin el despertar de su conciencia, se aferraba a nuestras manos. Nuestra angustia al aceptar, que en cualquier día lo perdíamos, nos enseñó a valorar lo poco que nos regalaba la naturaleza, y su destino trazado, vaya a saber uno por que designio, fue dejándole la cruz que hasta el día de hoy, carga!, una secuela: casi imperceptible en su humanidad, pero muy importante para la sociedad hipócrita y superficial que nos toca; un defecto físico visible, que sirve para discriminar, a la crueldad natural de los niños. Tan solo escuchar: no quiero jugar con el, porque es enfermo!, me enloquecía, trastocaba mis creencias, derrumbaba la fortaleza necesaria, para acompañarlo; ver y abandonarlo en un quirófano, tratando de no derramar lagrimas, para no asustarlo, no es fácil!. Por eso mi admiración, tal ves fue lo humanamente posible, pero creció, a pesar de su cruz; desarrolló mis vicios, mis amores, hasta mis defectos, su predilección por los desalineados, la siesta prolongada, trasnoches de guitarras; un perfecto vago, bohemio, despreocupado por lo preestablecido. Nuestro Juanpi, un ser por demás de sensible, que hasta hoy sobreprotejo, al cual cumplo gustos y deseos, aunque me cueste demasiado. Ya es todo un hombre, y hay días, donde por su forma de accionar, discutir, pregonar utopías, en el me reconozco; que mas puedo desear en la vida?, que otra cosa puede pedir un ser humano?, su descendencia y amor correspondido!
Paco Achaval – Bigand – Santa Fe – Argentina
5 de abril de 2007

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mi hijo tiene una aureola blanca en su ojo izquierdo... y eso ya me torturó... el médico me dijo cuando le apareció a los tres años, si para ud. no es problema, tampoco lo será para él... como es bastante claro de piel y Alemania tiene poco sol, tienes que mirarlo bién para saber que es lo que te parece raro en su ojo izquierdo, pero eso no es todo, también tiene una mancha blanca en medio del pecho... se que en la clase de natación hay bromas y crueldad, y también yo he llegado a admirar a este ser pequeñito que nunca se ha quejado... y sin embargo se que hay cosas peores porque son más limitantes, esto es solo algo "especial", nada grave...pero visible... querido Paco que misteriosa es la vida, que es puta o no según el ser humano a quien le toque y su capacidad de disfrutarla... un besote.

Anónimo dijo...

El orgullo que un padre-madre pueda llegar a sentir por cualquiera de sus hijos nunca debe avergonzarnos, Paco.
Si mi hijo hubiese, como el tuyo, demostrado esa férrea voluntad para asirse a la vida, aun sin tener consciencia de ello, yo estaría que no cupiera del orgullo.
Mis hijos, gracias a Dios, siempre han sido sanos, pero me enorgullece a sobremanera los logros que han tenido primero en lo académico, en su vida personal, y en su vida profesional.
Un gran abrazo.