domingo, 8 de abril de 2007

Carta de una docente.

Bigand, 5 de abril de 2007.
El martes próximo muchos docentes del país, volveremos a las aulas, seguiremos nuestra rutina y trataremos de enseñar bajo la bandera de la libertad, de la dignidad, del respeto hacia los demás, de la solidaridad y de todos aquellos valores que día a día tratamos de llegar a nuestros niños.
Pero Carlos, no va a volver a las aulas, ya no va a poder llegar a nada, no va a expresar sus ideas, trasmitir sus conocimientos, ni compartir con sus alumnos; no, ya no va a estar!, porque una mano asesina e irresponsable terminó con sus ideas y con sus sueños, porque alguien deliberadamente pensó que no estaba bien reclamar, porque alguien que seguramente tiene un sueldo igual de miserable que el de Carlos, igual de injusto como el de el, decidió que Carlos no hablara mas.
Todos los docentes de Argentina fuimos asesinados ayer!; todos somos diariamente vapuleados, avergonzados por gobernantes necios y autoritarios, que dicen vivir en democracia; se enorgullecen de ser la dirigencia de un país que funciona espectacularmente, con bajos índices de inflación, con sueldos dignos, con un porcentaje mínimo de pobreza, con poca desocupación, con problemas de inseguridad (que son resueltos rápidamente por las fuerzas de seguridad tan leales y eficaces a la hora de actuar), todos esos índices mentirosos que nos venden diariamente.
Ayer, los docentes de nuestro querido país, fuimos silenciados por un proyectil de gas lacrimógeno, ¡todos fuimos descerebrados!; eso es lo que quieren nuestros gobernantes; un pueblo necio, ignorante, incapaz de cuestionar aunque sea en forma pacífica; un pueblo que no tenga voz, pero ¡ojo!, es necesario que siga votando ciegamente. Un pueblo que piensa, es peligroso!; un pueblo informado, culto, erudito, es subversivo; es mejor, para nuestros dirigentes, crear ignorancia, producir títeres, promover estúpidos “realitys” y publicitar que el éxito banal televisivo, es la mejor salida para superarse intelectual, económica y socialmente. Porque?, estudiar, escuchar a los docentes, ir a la escuela, a la universidad, es tan poco?, ¿se puede ser un ganador, sin convertirse en un bruto e ignorante mediático?.
Hoy, una ves más, sentí la alegría y el orgullo de ser una docente argentina; hoy, una ves mas, sentí la enorme tristeza de tener una tarea tan noble, tan poco respetada y valorada por nuestra dirigencia política. Como tanta veces, el martes volveré por mi aula y trataré de creer, ¡que hay alguien, a quien le importa lo que hago!.
Alicia Palma

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