sábado, 14 de febrero de 2009

El Cotillon

En mis ratos de libre pensamiento (cuando están todos durmiendo), llego a la conclusión, ¡podría ser peor!, pero fue difícil soportar las idas y vueltas, sobre el diseño y confección de cotillón para la fiesta de Bodas; mas teniendo en cuenta que comenzaron allá por marzo del año pasado. Hace un año a esta parte, nuestro hogar (obra en continua y lenta construcción) fue invadido por materiales en vivos colores, cajas apiladas, bolsas de consorcio repletas de sombreros, varillas de mimbre, cola vinílica, pinceles, etc..
Para quien no conoce nuestro hogar y para ser lo mas exacto posible, es un local de artesanías incas, mapuches, tobas, mayas, en perfecta distribución asimétrica, de caprichosa combinación, y de autoritaria elección, que fue convertido en habitación humana. Para los amigos que ya nos conocen desde años, simplemente, al desorden anárquico normal, agregarle un 30% mas!. Durante el mismo periodo, tuve la brillante idea de colocar el piso de lajas, donde mi Gallega y La Belu tenían instalado su taller de confección; solo a mi se me puede ocurrir!, íbamos moviendo cajas de un rincón a otro, bajo protestas de las implicadas y ataques de histeria del ceramista (o sea, yo) que no lograba tirar una línea completa sin esquivar alguna caja y/o bolsa. Los resultados serán evaluados, si en algún momento se desocupa la habitación, pero para ser honesto, seria un milagro que todas las lajas hayan quedado alineadas.
Por lo tanto, esta noche los invitados, durante el baile en la fiesta, disfrutaran de un variado y alegre cotillón, confeccionado artesanalmente y a un bajísimo costo, ya que la compra de todos los materiales, fueron pagados con su extensión de mi tarjeta de credito.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Paco querido amigo
te deseo y les deseo que vivan el momento
este es no habrá otro
es como el nacimiento

sin pensar en nada más
solo en cuando vendrá el cotillón...para decir estamos lográndo que todo salga bien

besos y disfruta este momento circular de la vida

Mabel Casas