Ese hombre tiene una Traffic!

Es un relato breve de mi gran amigo Leo Wozniak, que merece ser publicado. Para que realmente entiendan el mensaje, es necesario aclarar que Don Leo y quien susbribe, formamos parte de Solokombis (una loca Cofradía de amantes por las viejas kombis Volkswagen) y que mi futuro yerno, es usuario de una Traffic Renault (nuestras acérrimas enemigas).

Lo que escribo no ocurrió ni ocurrirá, cualquier semejanza con personajes de la realidad es purisima coincidencia. Espero les divierta (estoy mmuuuuuuuy aburrido en el trabajo!)

Abrazo

ahí va:

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Si no se sentó en el último banco era solo porque ya estaba ocupado cuando llegó. La decisión de último momento de asistir lo llevó a transpirar las 10 cuadras que lo separaban de la iglesia; sudado, nervioso, desalineado como nunca; rodeado de gente que parecía feliz por el casamiento. Inconcebible.
Toda la alharaca del cura una eternidad. Al padre de la novia no lo reconoció hasta que todos se pusieron de pié… trajeado ese hombre… como cambian las cosas!
Pero el momento cúlmine llegó cuando el cura preguntó a la concurrencia si alguien sabía de algún impedimento para celebrar la boda, unir la pareja…
-se va a casar. Se va a casar... la pierdo… cómo nunca le dije nada? Porqué no me animé…
-que hable ahora ó…. disparaba el cura la frase…
Las manos cerradas en un río de sudor, el pelo como un nido, apretando los dientes como para encerrar las palabras que nunca dijo, los cientos de versos que ocultaba, las lágrimas, esa musa de amor que se casaba con otro. Todos esos nervios juntos le impidieron ver el instante en el que de la fila ocho del grupo de bancos vecino se levantaba enérgico un total desconocido. Primero se escuchó el ruido del asiento catapultado hacia atrás, luego el sonido extraño que solo pueden hacer unas 50 cabezas que se voltean al mismo tiempo a mirar a este personaje que saltaba de su asiento para gritar una frase que no todos entendieron, ni siquiera nuestro enamorado:
-pero ese hombre tiene una Traffic!! Gritó desde la altura que le daban estar de pié en semejante momento, en tan profundo silencio. Gritó y puso los brazos en jarra desafiante, a su entender había lanzado la verdad más cruel.
Y ahí fue cuando por fin se animó. Se levantó casi tan rápido como el primero pero con una capacidad absoluta de exponer su torpeza aunque sea en un acto tan simple… se animó, junto aire ya de pié ante todos y dijo claramente, mirando y señalando a su nuevo cómplice:
- Eso!